lunes, 24 de noviembre de 2025

Cumpleaños



Lo esencial ocurre indefectiblemente.


Nacer, morir.


El día de cumpleaños.


Es algo a lo que nadie puede rehuir. Si nació, tiene un cumpleaños.


Le guste o no.


De chicos nada era más motivador que esperar el próximo cumpleaños. Significaba también que un año más abría nuevas posibilidades y ampliaba, de alguna manera, el mundo actual para vivenciar otras experiencias.


Un año más era una nueva puerta que se abría.


Y ser más grandes era una tentación para avanzar quizás sobre permisos que nos restringían.


Así que nos lanzábamos con entusiasmo a los años venideros. Como si fueran un deseado premio de innegable valor.


En cierto momento ese anhelo comienza a refrenarse y ya no es tentador tener un año más, sino que es preferible tener, si se pudiera, uno o varios años menos.


Tanto es así que hay quienes se quitan años.


El truco es burdo y suelen adoptarlo algunas personas que prefieren decir que tienen una edad menor a la cierta. O bien omiten su edad como si fuera una técnica para borrar la realidad, que no miente.


Así pasamos de querer un año más a desear uno menos, casi sin darnos cuenta.


Aunque no en todos los casos.


¿Qué hacer entonces?


Duelar la edad creo que es una sana respuesta. Aceptar con naturalidad el paso del tiempo.


Saber surfear la vida en la naturaleza de sus caprichos, en vez de negarla o procurar transfigurarla con resultados siempre fallidos.


Aceptar.


La mejor respuesta.


Un sutil acto de valentía y madurez, que se puede ejercer con convicción desde el silencio. En vez de forcejear con el paso del tiempo.


Lo que no quiere decir que no convenga ir al gimnasio y seguir las indicaciones científicamente comprobadas para sumar años con la mayor calidad de vida posible.


Dormir bien, comer sano, reducir estrés, meditar, hacer yoga…


En fin, cumplir años es una invitación a detenerse y pensar. Mirar para atrás y preguntarnos quiénes fuimos.


Qué hicimos con nuestra vida.


Mirar el presente para dilucidar quiénes somos. Qué cotidianeidad construimos.


Y mirar el futuro para decidir quiénes queremos ser. Y qué realidades queremos vivir.


Observar también en silencio las personas que elegimos para compartir la vida. Decidir quiénes se quedan, quiénes se van.


Quiénes vendrán.


No sé exactamente para qué sirve el cumpleaños, pero sí creo firmemente que sirve para reflexionar.


El mejor cumpleaños que podemos tener es el que nos impulsa a ser la mejor persona que podemos ser.


Aprendiendo del pasado y produciendo el mejor futuro que podamos imaginar.


No debe haber mejor manera de celebrar, en verdad, el cumpleaños.



Si te gustó este escrito, compartilo con tus amigos.




Leer Más...

sábado, 1 de noviembre de 2025

¿Hay que ir por donde el esfuerzo no lo permite?


Supongamos que alguien quiere ser jugador de fútbol internacional o millonario.


Para simplificar, entre tantos logros posibles.


La persona tiene que adentrarse a un camino de esfuerzo y compromiso. 


No de un esfuercito menor, sino un esfuerzo destacado. Un esfuerzo con todas las letras.


Debe entregar la vida al logro, de lo contrario los resultados pueden existir pero son notablemente menores.


No hay campeón del mundo ni millonario en mansión.


Lo que claramente hay para alcanzar logros estridentes son caminos de esfuerzos estridentes.


Lo que implica necesariamente dedicar la vida al logro buscado.


¿Puede alcanzarse un logro memorable sin un esfuerzo destacado?


Difícil, no frecuente, pero también quizás excepcionalmente posible.


Alguien con un talento de fábrica que haya llegado desarrollado. 


Puede ser, quién sabe.


Aunque no se ve mucho. Porque lo frecuente es que los talentosos honran su talento cuidándolo y desarrollándolo con esfuerzo.


Si no es como que queda marchitado.


Y serían mucho menos destacados de lo que son. 


Por eso quizás la pregunta esencial es si fue feliz el que alcanzó el logro.


El camino es el que ocupó su tiempo y su vida. 


¿Fue feliz en el recorrido o experimentó una vida de insatisfacción y privaciones?


Hay quienes sí, hay quienes no.


¿El objetivo es ser campeón del mundo, millonario, lograr quién sabe qué cosa, o ser feliz?


Cada uno es dueño de su propia respuesta.


Y así elige pasar la vida.


Pero, ¿qué sería entonces ir por donde el esfuerzo no lo permite?


Fluir. Ser. Dejarse llevar desde lo que uno es para desplegarse e inventarse.


Sin renegar del esfuerzo, pero yendo donde uno auténticamente quiere ir.


Sin forzar, permitiéndose ser guiado por las verdades que lo constituyen. 


Para honrar quien genuinamente es. 


Porque tal vez ese es el logro más importante que se puede alcanzar en su vida.



Si te gustó este escrito, compartilo con tus amigos.




Leer Más...

sábado, 25 de octubre de 2025

¿De qué sirve pertenecer?


Puede ser interesante la pregunta. Exploremos…


Pertenecer ofrece, en primer instancia, reconocimiento. Y cualquier persona se siente bien cuando es reconocida, porque la necesidad de valoración es propia de la condición humana.


Así que por ahí hay una primera aproximación.


Ser, es ser en parte cuando otro reconoce y aporta así identidad.


Pedrito, Josecito o Josefa.


-¿Cómo estás?


Con solo escuchar su nombre la persona adquiere un lugar que no le ofrece la indiferencia. 


Es, como fuera, evadiéndose de la ignorancia que aporta la nada que experimenta quien no es advertido.


Pasa mucho en la ciudad. Por ejemplo, en los pueblos siempre se es alguien. Por las buenas, por las malas, por la combinación de buenas y malas.


Cualquiera es, y cada sujeto está determinado por las etiquetas que más o menos supo conseguir a partir de sus acciones y comportamientos.


Y también a partir de los pronunciamientos ajenos que recayeron sobre él. Sean justos o injustos.


Pero de mínima es un nombre que es reconocido.


Si se va a la ciudad se evapora el reconocimiento y debe transitar en primera instancia la nada. Y vérselas con ella.


Algunos celebran estar ajenos a los ojos de los demás y pasar desapercibidos como si fueran pobres diablos incognoscibles.


Conozco al menos a uno.


Otros requieren tanto la necesidad de ser reconocidos que se lanzan a manifestarse para conseguir nuevos reconocimientos o bien vuelven al pueblo motivados en parte por esa intención.


Y por otra parte en esta cuestión está todo el tema del ego y la necesidad de pertenecer a ciertos grupos para ser.


Eso requiere a veces pagar membresías o alistarse a lógicas que sugieren cambiar el auto, ir de vacaciones a tal o cual lugar o disponer vaya a saber de qué chirimbolo valorado por el grupete.


Puede ser moto de agua, reloj, avión y tantas otras cosas que en mayor o menor medida procuran hablar del sujeto, y también en mayor o menor medida lo apresan o esclavizan.


Hay quien juega ese juego.


Quien lo disfruta y celebra.


Pero también es frecuente que ese juego juegue con él. 


Es cuando el ser queda embaucado en decisiones motivadas por exigencias exteriores que tal vez no concuerdan con sus auténticas verdades. 


Va por un lugar que capaz no es el suyo y resuelve prestar su voluntad a las apariencias.


Y esos casos son peligrosos, porque la persona se convierte en un juguete de su propia vida.


Sin siquiera darse cuenta que la vida jugó con él.



Si te gustó este escrito, compartilo con tus amigos.


Leer Más...

miércoles, 8 de octubre de 2025

¿Qué decirles muchachos?


No sabría la verdad qué decir ni por qué escribo en este momento.


Debe ser para desahogarme de palabras y andar livianito  por la vida.


Siempre sospecho que atragantarse de silencios evitando pronunciar lo que uno quiere decir vuelve a la persona pesada.


Además de intrincada y confundida.


Y la debilita demasiado.


Cae en la cobardía de replegarse en vez de hacerse cargo de lo que fuera.


Es que uno piensa tantas cosas, que poder definir en última instancia que esto es así o asá es una pretensión ambiciosa.


Además de parcialmente fallida.


Pero callarse debe tener que ver con la pesadez, con arrastrar una máscara que no nos permite desplegarnos con la autenticidad de ser quienes somos.


Un trabajo siempre tan latente como detestable que sin embargo alista a varios adherentes.


Por eso en las antípodas está la disposición de decir algo, aunque no sepamos qué.


Todo sea por la liviandad del ser.


En parte.


Porque por otra parte el decir tiene que ver con la asunción de la incidencia que transforma o crea la realidad.


No es poco.


De hecho alguna vez alguien dijo que la palabra es la mejor arma.


Así que callarse sería como rendirse. Y hablar sería batallar.


Luchar por lo que valga la pena.


Así que para sintetizar no sé qué carajo decirles.


Tal vez dije algo o no dije nada.


Lo importante es andar livianito. 



Si te gustó este escrito, compartilo con tus amigos.


Leer Más...